La Sagrada Familia
La Sagrada Familia de María fue la que Dios escogió para nacer y crecer como Hombre. Jesús, María y José son tres personajes modelo que forman una familia modelo; es una familia ejemplar porque en ellos todo estaba sometido a Dios. Nada se hacía o se deseaba a no ser que fuese la Voluntad del Padre. Si queremos buscar unión y felicidad en nuestra familia debemos aprender de la Sagrada familia.
Dios es Primero
El Evangelio de Lucas narra el incidente de la pérdida de Jesús durante tres días y de la búsqueda angustiosa de José y María, que culmina con aquella respuesta desconcertante de Jesús: “¿No sabían que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”. El Padre y las cosas del Padre son primero. Así, en el hogar de Nazaret todo estaba sometido al Padre. Jesús mismo pertenece al Padre Celestial, antes que a María y José.
La familia de hoy está en crisis. Y seguirá estándolo mientras los padres y los hijos no tengan como modelo a Jesús, María y José. Todo en ellos gira alrededor de Dios. Como en la Sagrada Familia, en medio del matrimonio debe estar siempre primero Dios. Entre padres e hijos, debe estar siempre ese mismo Dios, siempre de “primero”. De otra manera las relaciones entre los miembros de la familia pueden llegar a ser muy difíciles y hasta imposibles.
La presencia de Dios en el hogar, entre los miembros de la familia, es lo único que garantiza la permanencia de la familia y unas relaciones que, sin ser perfectas, como sí lo fueron en la Sagrada Familia, sean lo más parecidas posibles al modelo de la familia en Nazaret. ¿Qué lugar se le da a Dios en las familias? ¿Es Dios el personaje más importante en las familias? El Sacramento del matrimonio nos invita a colocar a Dios de primero en todo y nos ayuda a recordar esto a lo largo de la vida matrimonial. De esta manera Dios es puesto primero entre las prioridades.
Oración Familiar
Es importantísimo enseñar a los hijos que Dios es supremo, que es nuestro fundamento; por lo tanto, el centro de nuestras vidas. Si Dios es primero El cuida la familia y la mantiene unida. “Familia que reza unida permanece unida” es el lema de la Campaña del Rosario en Familia. ¿Rezan unidas las familias? ¿Rezan en pareja? ¿Rezan con los hijos? Sin la oración, nada es posible, menos aún la unión familiar y las buenas relaciones entre los miembros de una familia.
¿Cómo, entonces, poder cumplir con las exigencias del amor cristiano, que piensa primero en el otro antes que en uno mismo, que complace al otro antes de complacerse a sí mismo? ¿Cómo cumplir con los consejos que San Pablo “Sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión”? (Col. 3, 12-21). ¿Cómo ser así los miembros de la familia si no obtienen las gracias necesarias a través de la oración? ¿Cómo poder ser así si Dios no está de primero en la vida de cada uno?
El libro del Eclesiástico o de Sirácide (Eclo 3, 3-7.14-17) nos trae consejos muy prudentes y oportunos sobre las relaciones entre los miembros de la familia, haciendo un desarrollo muy apropiado del Cuarto Mandamiento: honrar a padre y madre.
Pertenecer a la Iglesia
Cuando los miembros de la familia ponen a Dios en primer lugar y buscan a Dios en la oración, es posible seguir estos antiguos consejos que siempre están vigentes. Con la oración, la vida familiar se hace más fácil, los hijos honran a sus padres, éstos se aman y se comprenden mutuamente, aman a los hijos y los educan para que Dios sea también el “primero” en sus vidas.
Ser miembros activos en la iglesia es de suma importancia para una familia. De esta manera se llega a apreciar y ver la obra de Dios en la comunidad. Una familia se alimenta del amor de Dios viviendo la obra de Dios en la comunidad, experimentando a Jesús no solamente en la vida personal, sino también, en la vida de los demás.
La Sagrada Familia de María fue la que Dios escogió para nacer y crecer como Hombre. Jesús, María y José son tres personajes modelo que forman una familia modelo; es una familia ejemplar porque en ellos todo estaba sometido a Dios. Nada se hacía o se deseaba a no ser que fuese la Voluntad del Padre. Si queremos buscar unión y felicidad en nuestra familia debemos aprender de la Sagrada familia.
Dios es Primero
El Evangelio de Lucas narra el incidente de la pérdida de Jesús durante tres días y de la búsqueda angustiosa de José y María, que culmina con aquella respuesta desconcertante de Jesús: “¿No sabían que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”. El Padre y las cosas del Padre son primero. Así, en el hogar de Nazaret todo estaba sometido al Padre. Jesús mismo pertenece al Padre Celestial, antes que a María y José.
La familia de hoy está en crisis. Y seguirá estándolo mientras los padres y los hijos no tengan como modelo a Jesús, María y José. Todo en ellos gira alrededor de Dios. Como en la Sagrada Familia, en medio del matrimonio debe estar siempre primero Dios. Entre padres e hijos, debe estar siempre ese mismo Dios, siempre de “primero”. De otra manera las relaciones entre los miembros de la familia pueden llegar a ser muy difíciles y hasta imposibles.
La presencia de Dios en el hogar, entre los miembros de la familia, es lo único que garantiza la permanencia de la familia y unas relaciones que, sin ser perfectas, como sí lo fueron en la Sagrada Familia, sean lo más parecidas posibles al modelo de la familia en Nazaret. ¿Qué lugar se le da a Dios en las familias? ¿Es Dios el personaje más importante en las familias? El Sacramento del matrimonio nos invita a colocar a Dios de primero en todo y nos ayuda a recordar esto a lo largo de la vida matrimonial. De esta manera Dios es puesto primero entre las prioridades.
Oración Familiar
Es importantísimo enseñar a los hijos que Dios es supremo, que es nuestro fundamento; por lo tanto, el centro de nuestras vidas. Si Dios es primero El cuida la familia y la mantiene unida. “Familia que reza unida permanece unida” es el lema de la Campaña del Rosario en Familia. ¿Rezan unidas las familias? ¿Rezan en pareja? ¿Rezan con los hijos? Sin la oración, nada es posible, menos aún la unión familiar y las buenas relaciones entre los miembros de una familia.
¿Cómo, entonces, poder cumplir con las exigencias del amor cristiano, que piensa primero en el otro antes que en uno mismo, que complace al otro antes de complacerse a sí mismo? ¿Cómo cumplir con los consejos que San Pablo “Sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión”? (Col. 3, 12-21). ¿Cómo ser así los miembros de la familia si no obtienen las gracias necesarias a través de la oración? ¿Cómo poder ser así si Dios no está de primero en la vida de cada uno?
El libro del Eclesiástico o de Sirácide (Eclo 3, 3-7.14-17) nos trae consejos muy prudentes y oportunos sobre las relaciones entre los miembros de la familia, haciendo un desarrollo muy apropiado del Cuarto Mandamiento: honrar a padre y madre.
Pertenecer a la Iglesia
Cuando los miembros de la familia ponen a Dios en primer lugar y buscan a Dios en la oración, es posible seguir estos antiguos consejos que siempre están vigentes. Con la oración, la vida familiar se hace más fácil, los hijos honran a sus padres, éstos se aman y se comprenden mutuamente, aman a los hijos y los educan para que Dios sea también el “primero” en sus vidas.
Ser miembros activos en la iglesia es de suma importancia para una familia. De esta manera se llega a apreciar y ver la obra de Dios en la comunidad. Una familia se alimenta del amor de Dios viviendo la obra de Dios en la comunidad, experimentando a Jesús no solamente en la vida personal, sino también, en la vida de los demás.