
El Perdón es una expresión del amor, es parte de su lenguaje, sin perdón el amor seria mudo. Quien no perdona es un prisionero de sí mismo, encarcelado y atado a un ego herido que no deja ver la verdadera felicidad. La falta de perdón es la causa de la ansiedad más mortal, es un arma letal que aniquila la identidad de la persona, la vida se disfraza de falsedades, y en el corazón siempre se llevará clavada una espina de culpabilidad. Sin el perdón nuestras vidas se van convirtiendo en unas vidas vacías que conllevan a una mera supervivencia biológica que cada vez se enferma más; una humanidad sin corazón. Perdonar es encontrar la libertad buscando el amor.
Cuando se perdona se opta por amarse a uno mismo, librándose del yugo de las angustias, tristezas, tribulaciones, odio, rencor, resentimientos, enojos y emociones que lo llevan a la destrucción. Hay que entender que las personas no son lo que hacen, que sus acciones no conjuntan la totalidad de su ser. Las personas se van formando para constituir su identidad y siempre existe la posibilidad de re-crearse, re-educarse, y convertirse para ser una persona mejor. Debe haber una nueva oportunidad.
Hemos crecido moldeados por situaciones que no nos permiten realmente descubrir nuestro propio ser, es como una humareda que oscurece nuestro interior y no nos deja ver nuestra realidad. Por ejemplo, nuestros sueños y creencias han sido formados en una sociedad con principios individualistas donde el yo y yo es primero. Hemos crecido en medio de un sistema de creencias que se ha transmitido de generación en generación por medio de nuestras familias y nuestra sociedad, y se han considerado como las normas más adecuadas para administrar nuestras vidas; más sin embargo, muchas veces lo que hace es convertirnos en victimas de lo que no somos. Victimas desvalidas de nuestras caprichosas emociones, o de las emociones venenosas de los demás.

Nos cuesta mucho perdonar por el ego que no acepta otra realidad. El ego puede ser muchas veces una falsa creencia de quienes somos realmente, el ego se esconde en mascaras que ocultan nuestra persona deformando nuestra identidad. El ego se nutre del orgullo sin importarle la desventura de otros, no olvida acontecimientos pasados haciéndonos victimas de nuestras heridas, y nos hace olvidar de la hermosura que ha ocurrido en nuestras vidas. No se debe permitir que el ego busque la felicidad en el egoísmo y en el orgullo. Siempre van haber situaciones provocadoras que quebranten nuestra tranquilidad; más sin embargo, la respuesta frente a esos acontecimientos nunca nos hará tambalear siempre y cuando aceptemos a Jesús como nuestra verdad.
Cuando no percibimos que hay alguien a quien perdonar probablemente es que hemos domesticado el pecado y hemos adquirido una posición cómoda y no somos capaces de ver nuestras deficiencias. Si no estamos
conscientes del problema nunca resolveremos nuestro problema. Por ejemplo, si un alcohólico no reconoce que es alcohólico jamás dejará de beber. Para descubrir nuestro interior hay que revisar los fundamentos de nuestros propios acuerdos, re-descubrir nuestros dones, nuestras aptitudes, quitarnos las máscaras que nos hemos puesto para responder a los demás, tenemos que vencer nuestros propios miedos, nuestras inseguridades, nuestras heridas y aceptar que somos personas de cambio, de conversión.
Una vez que seamos conscientes de que podemos cambiar se facilitará el perdonar. El comportamiento humano no es perfecto por eso es necesario reprogramarnos para aprender a amar. Te podrás librar de toda la bruma de dañinas y complejas situaciones que llevas en tu interior si centralizas tu atención en cada situación que quieras cambiar. Es un proceso lento pero eficaz. Es necesario crear un inventario de nuestras creencias, y hacer una examinación de nuestra conciencia.
conscientes del problema nunca resolveremos nuestro problema. Por ejemplo, si un alcohólico no reconoce que es alcohólico jamás dejará de beber. Para descubrir nuestro interior hay que revisar los fundamentos de nuestros propios acuerdos, re-descubrir nuestros dones, nuestras aptitudes, quitarnos las máscaras que nos hemos puesto para responder a los demás, tenemos que vencer nuestros propios miedos, nuestras inseguridades, nuestras heridas y aceptar que somos personas de cambio, de conversión.
Una vez que seamos conscientes de que podemos cambiar se facilitará el perdonar. El comportamiento humano no es perfecto por eso es necesario reprogramarnos para aprender a amar. Te podrás librar de toda la bruma de dañinas y complejas situaciones que llevas en tu interior si centralizas tu atención en cada situación que quieras cambiar. Es un proceso lento pero eficaz. Es necesario crear un inventario de nuestras creencias, y hacer una examinación de nuestra conciencia.

Muchos estudios han demostrado que la falta de perdón aumenta la presión sanguínea, baja las defensas del organismo, provoca
depresión, desesperación, causa mucho estrés y depresión, también en muchas ocasiones alimenta el cáncer. Cada vez que reprimimos sentimientos de culpabilidad provocamos una baja de energía, perdemos fuerza, entusiasmo, animo, debilitamos nuestro cuerpo, y en si nuestro ser. No es bueno sentir rencor odio, ni ira contra personas que pensemos que nos ha hecho daño, o que no hayan cumplido con nuestras expectativas.
depresión, desesperación, causa mucho estrés y depresión, también en muchas ocasiones alimenta el cáncer. Cada vez que reprimimos sentimientos de culpabilidad provocamos una baja de energía, perdemos fuerza, entusiasmo, animo, debilitamos nuestro cuerpo, y en si nuestro ser. No es bueno sentir rencor odio, ni ira contra personas que pensemos que nos ha hecho daño, o que no hayan cumplido con nuestras expectativas.
El perdón es terapéutico. Al perdonar recuperamos nuestra energía emocional levantando el ánimo. El que perdona realmente olvida y empieza a quererse más y a descubrir su interior. El perdonar nos ayuda a limpiar emociones frustradas, atascadas que humean opacando nuestro interior. No hay razón para sufrir. Enfrentemos y
analicemos con valentía los desafíos de nuestras propias creencias. Quizás esa sea una de las causas que nos sucumbe y no nos deja ver con claridad. Hay que preguntarnos ¿Quién o qué es lo que dirige nuestras vidas? Hay que recordar que la libertad que buscamos es la de nosotros mismos. No culpemos a los demás por nuestros fracasos, el culpar o juzgar es parte de la tiranía del pecado. Cuando no se perdona es porque hay una falta oculta.
analicemos con valentía los desafíos de nuestras propias creencias. Quizás esa sea una de las causas que nos sucumbe y no nos deja ver con claridad. Hay que preguntarnos ¿Quién o qué es lo que dirige nuestras vidas? Hay que recordar que la libertad que buscamos es la de nosotros mismos. No culpemos a los demás por nuestros fracasos, el culpar o juzgar es parte de la tiranía del pecado. Cuando no se perdona es porque hay una falta oculta.

“El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra” El perdón es la base fundamental para llegar a una sanación y liberación que se adquiere mediante un equilibrio harmonioso de la conciencia, corazón, y espíritu. Por lo tanto, el no perdonar es un obstáculo que se debe sobrepasar para completamente librar nuestro interior. El perdón nos libera de las cadenas que atan el alma y enferman el corazón. Los individuos que tienden con más facilidad a perdonar recuperan su equilibrio interior con mayor rapidez que las personas que guardan rencor. Cuando perdonas te enamoras de tu vida porque estas en mejor capacidad de descubrir la relación que hay entre tus conflictos quedando asombrado de la riqueza que llevas por dentro. La conciencia puede llevar a una persona a tener buenos recuerdos, pero también puede llevar a la persona a ser presa de sus propios actos negativos de su pasado. Un beneficio del perdón es disfrutar de una conciencia limpia, sana; las culpabilidades se disipan.
El perdonar implica no juzgar lo que se considere ignorancia ajena. Es importante aceptar nuestras limitaciones y reconocer que todos hemos crecido en medio de una ignorancia y que no lo sabemos todo, que hay diferentes avenidas para llegar a la verdad. Al entender que no somos perfectos y que estamos en un proceso de maduración nos ayudará para progresar y crecer siempre hacia el mayor bien que nos incluye a todos. El reconocer que deben de haber faltas en nuestro ser nos ayuda a sacudir nuestras vidas para buscar reconciliación. ¿Estamos dispuestos a enfrentar todas las consecuencias que vendrían por la causa de nuestras faltas?

Hay que trascender nuestras idiosincrasias para ver con los lentes de la verdad y responder con aceptación, sabiduría y empatía. La realidad va a ser diferente si aceptamos que nosotros mismos debemos cambiar. Empecemos nuestra propia conversión y veremos que la vida es mucho mejor. Dios quiere que aprendamos a amar y a perdonar. Su propio hijo nos lo enseñó cuando dijo: “Dios mío, perdónalos porque no saben lo que hacen”. La persona es la creación de Dios. Somos parte de esa creación, somos una unidad, un cuerpo, una existencia; el daño que inflijamos a los demás nos lo estamos causando a nosotros mismos. Dios mío perdona la ignorancia en la que ha crecido nuestra humanidad, que queriendo ser triunfadora ha destruido la hermandad.