Misión y Vocación
Martha Patricia Ríos
La vocación es la inclinación que una persona siente para dedicarse a un modo de vida, y puede estar relacionada tanto con lo profesional como en el trabajo, o una carrera, y con lo espiritual. La palabra proviene del latín vocatĭo, vocatiōnis, que significa “acción de llamar.” En lo espiritual creo que la vocación va más allá de una obligación, y se debe realizar con agrado y esmerado esfuerzo. De acuerdo a la Iglesia Católica la vocación se manifiesta como un llamado de Dios para la consagración de la propia vida al servicio de la Iglesia. Por lo tanto, la vocación es la inspiración con la que una persona responde, con un corazón sincero, al llamado de Dios para ayudar a edificar el Cuerpo de Cristo, la Iglesia.

La vocación utiliza los gustos, y las aptitudes de los individuos como instrumentos que despiertan un interés al servicio de la comunidad parroquial. Creo que la vocación cristiana es un proceso de desarrollando complejo que va formando a los individuos gradualmente durante toda la vida. La vocación nos ayuda a formar identidad ya que requiere un proceso de conversión. En esta jornada de conversión vamos descubriendo quienes somos, como somos, y a dónde queremos ir. Yo he encontrado un gusto a servir en mi parroquia de varias maneras y se han ido desarrollando de acuerdo a la preparación y formación durante los años. Claro, primero empecé como una persona más de la asamblea, una oyente de domingo a domingo, y luego poco a poco fui descubriendo mi misión. Empecé yendo a orar en los hogares y luego vi la necesidad de ayudar en la iglesia preparando y sirviendo refrigerios después de misa para la asamblea que se quedaba a recibir clases de religión. Después hubo más compromiso, me envolví como un asistente al director del programa de religión familiar y líder de la devoción al Divino Niño Jesús en la parroquia y actualmente también desempeño el ministerio de proclamadora de la Palabra. La vocación también se puede definir como una inspiración personal que acarreamos y nos encamina a realizar algún tipo de labor ya sea social, política, económica y si es espiritual esta inspiración la alcanzamos a través de Dios.

Laborar en el ministerio de evangelización me ha ayudado a entender mejor mi misión en dentro de la parroquia. Hoy puedo visualizar más claramente mi sitio como líder laico en dentro de la vida parroquial. Mi vocación es una mano extra que le ayuda a la Iglesia a pastorear y administrar las “ovejas de su rebaño.” En la vida pastoral he encontrado información que me ha ayudado a discernir y comprender mejor la vida, la historia, y más que todo, la función de los laicos en una iglesia con desafiantes necesidades y retos. He entendido que todos formamos parte de una Iglesia con la riqueza de crecientes ministerios que están fortificando la iglesia y ayudándola a asistir a un pueblo hambriento de Dios. Hay personas que nacen con la vocación de servir dentro de la iglesia en diferentes ministerios que se desarrollan en ella mismo; como por ejemplo, yo tengo el don de evangelizar y por eso considero que ese es mi llamado al servicio, y por lo tanto mi vocación como un laico activo ejerciendo una misión evangelizadora.
Yo veo el liderazgo pastoral que actualmente ejerzo como un llamado a ejercer mis dones y talentos para el servicio y beneficio de la comunidad. Mi misión tiene forma de agradecimiento a Dios por su inmensa misericordia e infinito amor. Espero que mi servicio, mi vocación sirva de ejemplo para que otros feligreses, así como yo, escuchen el llamado y respondan en vocación y emprendan un camino hacia la conversión. En muchas ocasiones experimentamos la falta de agradecimiento por el arduo trabajo pastoral en nuestras parroquias, pero eso no ha impedido que las vocaciones para servir a Dios hayan disminuido, pero sería muchísimo más fructuoso y saludable si se reconociera y se le diera la debida atención al esfuerzo realizado por muchos feligreses que donan su tiempo, comprometiéndose, y responsablemente desempeñan su vocación. La formación de nuestra fe dura toda una vida, y mientras vamos preparándonos para mejor servir a nuestro Redentor, abrimos camino a nuestras aspiraciones, perfeccionamos nuestras habilidades, y respondemos más adecuadamente a nuestra vocación para continuar el ministerio de Jesús.